Por: Lic. Miriam Ruiz
Hace poco escuche este dicho y me llamó mucho la atención, me dio un poco de tristeza pensar que antes nos divertíamos mucho, (y además aprendíamos) con nuestros juegos, me puso a pensar en nuestra realidad actual y la forma como ha cambiado toda nuestra forma de vida y la de nuestros hijos, incluyendo sus actividades recreativas.
Es muy cierto que el aumento en la población, la inseguridad, la contaminación y otros factores han influido en que los niños ya no salgan a jugar a la calle o al patio como antes se hacía, pero esta medida ha reducido drásticamente los juegos de los niños a videojuegos solamente, y, como consecuencia, los niños han dejado de moverse, de correr, de trepar, de convivir con otros niños, y con ello, de estimular su cerebro en áreas como la coordinación motriz, la inteligencia espacial, y la creatividad.
El juego es un área indispensable en la vida del niño, ya que los ayuda no solo a ensayar (y así prepararse para enfrentar) situaciones comunes de la vida adulta, sino que los ayuda a comprender el mundo, descubrirlo y descubrirse a ellos mismos, divertirse, relajarse y crear un sentido de ser hábil y asertivo. Al disminuir estos juegos los niños no desarrollan estas áreas de su vida y se hace necesario que acudan con terapeutas que los animen a saltar, a correr, a hacer equilibrio, a armar rompecabezas, y con esto, a desarrollar las áreas que necesitan para lograr un óptimo desarrollo intelectual, físico y social.
Así que una buena medida preventiva de nosotros como papas seria animar a nuestros hijos a jugar escondidas, doña blanca, etc., y al mismo tiempo que nos divertimos y convivimos con ellos, los ayudamos a desarrollarse.
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