domingo, 28 de marzo de 2010

El amor entre padres e hijos (es el amor un arte?)

El niño al nacer no tiene conciencia de la realidad que le rodea o de sí mismo. Tan sólo siente la estimulación del calor de la madre y el alimento, la satisfacción y seguridad que la madre le produce; lo exterior es real en función de sus necesidades.

Cuando crece aprende a percibir las cosas, aprendiendo a manejar las cosas y a la gente. Siente el amor incondicional materno.

Los niños entre los ocho y medio a los diez años ya pueden amar y no sólo responder con gratitud y alegría al amor que reciben.

El niño pasa de su egocentrismo a valorar las necesidades de los demás, donde dar o amar es más satisfactorio que recibir, sintiendo una nueva sensación de unión. Fromm lo reduce a lo siguiente “El amor infantil sigue el principio: ‘Amo porque me aman’.
El amor maduro obedece al principio: ‘Me aman porque amo’. El amor inmaduro dice: ‘Te amo porque te necesito’. El amor maduro dice: ‘Te necesito porque te amo’.”

El amor al padre es diferente y de poca importancia durante los primeros años de la vida del niño, el padre “no representa un hogar natural” de donde venimos. El padre será quien enseñe al niño el camino hacia el mundo, en un amor que es condicional que, a diferencia del materno, puede ser controlado. Después de los seis años, el niño comienza a necesitar el amor del padre, su autoridad y su guía. La función de la madre es la de aportar seguridad, el padre será quien enseñe y guíe ante los problemas que plantea la sociedad. Las cualidades paternas serían la disciplina, independencia, habilidad de dominar la vida por sí mismo.

La base de la salud mental y el logro de la madurez son fruto del éxito de la relación madre-niño y padre-niño. La neurosis es fruto del fracaso o ciertos desajustes en esta relación. Así, “ciertos tipos de neurosis, las obsesivas, por ejemplo, se desarrollan especialmente sobre la base de un apego unilateral al padre, mientras que otras, como la histeria, el alcoholismo, la incapacidad de autoafirmarse y de enfrentar la vida en forma realista, y las depresiones, son el resultado de una relación centrada en la madre.”

Creo que es bastante discutible cuando dice: “Si un individuo [al llegar a la etapa adulta] conservara sólo la conciencia paterna, se tornaría áspero e inhumano. Si retuviera únicamente la conciencia materna, podría perder su criterio y obstaculizar su propio desarrollo o el de los demás”.

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